Creados a la Imagen y Semejanza de Dios


Por Andy Comiskey (Extraído de Fortaleza en la Debilidad)

Las intenciones de Dios para la humanidad se resumen en la declaración de que “Dios creó al hombre a Su imagen” (Génesis 1:27). De una forma u otra, lo reflejamos de una manera que nos hace diferentes de cualquier otro ser creado.

Si ostentamos la imagen de Dios, esto quiere decir que nosotros lo representamos. Y una parte fundamental de esta representación implica que tengamos una relación vertical con Él. ¿Cómo puede uno reflejar la luz si él o ella no está en una posición para recibir sus rayos?

Génesis 1, que ofrece la primera versión de la creación de Adán y Eva hecha por Dios, muestra que ellos eran honrados con el Creador. Ellos dos permanecían en comunión incondicional con Él. En efecto, creo que adorar a Dios era su identidad y función primarias, la adoración auténtica confirmaba su humanidad auténtica.

Como una expresión de su devoción, ellos dos tenían la autoridad para someter la tierra (1:28). Legítimamente sometidos al reino de Dios, estos dos portadores humanos de Su imagen reinaron con Él en todo el resto de la creación.

Lo que es fundamental para nuestros propósitos es que la imagen de Dios se revela de dos formas: la humanidad como hombre y como mujer. Génesis 1 describe el ostentar dicha imagen como una relación entre dos seres humanos.

"Y creó Dios al hombre a Su imagen.
A imagen de Dios lo creó.
Macho y hembra los creó". (1:27)

Adán y Eva necesitaron más que unión con Dios a fin de conocer su verdadero Yo; fueron creados también para conocerse mutuamente.

No es mucho decir que Génesis 1:26-27 brinda la idea central de una visión superior y santa del hombre y la mujer que permanecen juntos ante su Creador, unidos en relación y en misión. Su servicio se extiende del uno al otro ya que ellos representan la provisión poderosa de Dios de amor al otro. Como Donald Bloesch escribió: “Encontramos nuestra humanidad solamente al renunciar a nosotros mismos al servicio del bienestar de nuestros hermanos, que siempre existen bajo dos formas: hombres y mujeres”2. Juan Pablo II amplió esta visión al decir: “El hombre puede descubrir completamente su verdadero Yo solamente en una entrega sincera de sí mismo”3.

Entonces, el ostentar la imagen de Dios implica dos aspectos de la humanidad: una relación vertical con el Creador y un compromiso de relacionarse con sus hermanos que también ostentan la imagen. El segundo aspecto de la creación, contemplado en Génesis 2, nos ayuda a entender mejor las implicaciones de todo esto.

(Usado con permiso de la Editorial Ministerio Restauración)

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